Medical Health Cluster

13 septiembre, 2022

COVID-19: el resumen semanal (2 al 8 de septiembre de 2022)

Isabel II (1926-2022): una reina entre dos pandemias

Isabel II, quien sería monarca británica durante siete décadas, nació en 1926, pocos años después de la pandemia de influenza de 1918-1919 que afectó a un cuarto de los habitantes de Reino Unido e hizo que su población total descendiera en 1919 a los niveles que tenía 22 años antes. Y murió este jueves 8 a los 96 años, después de dos años y medio de declarada la pandemia de COVID-19, a la que había calificado como “horrorosa” y de la que también fue víctima: dio positivo al SARS-CoV-2 en febrero de este año. La dejó “muy cansada y exhausta”, como consignó este resumen en abril.

La Reina se recuperó de la fase aguda, seguramente gracias al esquema completo de vacunación y los refuerzos, aunque presentó luego “problemas de movilidad” no especificados. Aun así, en junio se le vio presenciando un desfile militar por su Jubileo de Diamante desde el balcón del Palacio de Buckingham, ataviada con perlas y vestido, abrigo y sombrero celestes y luciendo una gran sonrisa. Por supuesto, en las redes sociales no faltaron quienes atribuyeran su fallecimiento a las vacunas contra la COVID-19, una afirmación “falsa”, de acuerdo con el análisis de la evidencia, según verificó PolitiFact.

Se expande la aprobación y uso de refuerzos “actualizados”. ¿Y en Latinoamérica?

Números países, incluyendo Canadá, Taiwán y Alemania, se suman a Reino Unido y Estados Unidos en la aprobación y lanzamiento de campañas con refuerzos “actualizados” o vacunas adaptadas a ómicron, que incluyen un componente específico que protege contra subvariantes de esa variante además de la versión original del virus SARS-CoV-2. Funcionarios de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que dio luz verde a dos de estas vacunas bivalentes el pasado jueves 1, firmaron un documento conjunto con colegas del European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC) en el que recomiendan que se priorice su uso en personas de alto riesgo, incluyendo mayores de 60 años, inmunocomprometidos, pacientes con comorbilidades, residentes y personal de centros de cuidado prolongado, mujeres embarazadas y profesionales sanitarios.

“¿Qué tan urgentemente necesitan estas vacunas los países de Latinoamérica?”, cuestionó Medscape en español en la última sesión informativa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). “Lo más importante no es comprar nuevas vacunas, sino asegurarnos de que las que tenemos se apliquen”, respondió el Dr. Marcos Espinal, subdirector interino del organismo, quien destacó de todas formas que los países son soberanos para elegir la estrategia de vacunación que prefieran. Diez países y territorios de la región aún no han vacunado completamente ni siquiera a 40% de su población y algunas personas aún no han recibido una sola dosis de vacuna, alertó en sus palabras de apertura la Dra. Carissa F. Etienne, directora de la OPS.

Pronostican para COVID-19 y sus vacunas un destino similar al de la influenza estacional

El Dr. Marcos Espinal, de la OPS, agregó en la sesión informativa que las adaptaciones a ómicron de las vacunas probablemente no sean las últimas: “Quizá lo que puede pasar con COVID-19 es que lo veamos todos los años con un comportamiento similar a la influenza y tengamos que vacunarnos, aunque todavía no hemos salido de la pandemia”. Otros expertos también resaltaron al paralelismo entre ambas infecciones virales. “Uno de los desafíos es que el virus muta. Nuestro sistema inmune está enfocado al área del virus que puede cambiar y permitirle evadir la respuesta. Es diferente al sarampión y la polio. Para influenza y ahora, para SARS-CoV-2, tenemos que actualizar nuestras vacunas porque el virus cambia”, señaló el Dr. Walter A. Orenstein, director asociado del Emory Vaccine Center de Emory University, en Atlanta, Estados Unidos.

Mientras tanto, este otoño los adultos en Estados Unidos podrán recibir al mismo tiempo un refuerzo actualizado junto a su dosis anual de vacuna contra la influenza estacional, lo que podría prevenir 100.000 hospitalizaciones y 9.000 decesos por COVID-19, según cálculos de Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos. “Es una buena idea. Realmente creo que por eso Dios nos dio dos brazos: uno para la inyección contra la influenza y el otro para la inyección contra la COVID-19”, destacó el Dr. Ashish Jha, coordinador de la respuesta para COVID-19 de la Casa Blanca.

Menores de 4 años, dos veces y media más probabilidad de infección asintomática que los adultos

Casi 37% de los menores de 0 a 4 años que tienen infección por SARS-CoV-2 no presenta síntomas, una proporción que supera en poco más de 2,5 veces la de adultos infectados que tampoco evidencian ninguna manifestación clínica del contagio (14,3%), según un estudio riguroso sobre 690 individuos de 175 domicilios financiado por CDC, publicado en JAMA Network Open.

Los investigadores tampoco hallaron correlación en ese segmento etario entre la carga viral y la presencia o no de síntomas, lo que implica que niños asintomáticos o con síntomas leves podrían ser altamente contagiosos. El hallazgo puede guiar la toma de decisiones informadas. “Si una familia está infectada con el virus y el niño de dos años es asintomático y la gente está pensando en una visita a mayores de edades avanzadas que pueden ser frágiles, uno no debe asumir que el menor no está infectado. Ese niño debe hacerse la prueba junto con otros miembros de la familia”, recomendó la autora principal, Dra. Ruth A. Karron, pediatra y profesora del departamento de salud internacional de Johns Hopkins University, en Baltimore, Estados Unidos. Sin embargo, otros expertos advierten que el estudio se hizo cuando delta era la variante predominante y muchos menos niños tenían inmunidad preexistente (por infección o vacunación), por lo cual la contagiosidad de los niños asintomáticos en la era ómicron podría ser menor.

China e India aprueban las primeras vacunas sin pinchazo

CanSino Biologics Inc. de China informó el domingo 4 que su vacuna inhalatoria contra la COVID-19 ha sido aprobada para uso de emergencia como refuerzo por la agencia regulatoria de fármacos de ese país, transformándose en la primera vacuna en el mundo administrada por esa vía que recibe la luz verde. El fabricante aseguró que la bautizada Convidecia Air puede inducir una “fuerte respuesta inmune humoral, celular y de mucosa”, aunque aclaró que faltan algunos pasos regulatorios para salir al mercado y admitió que va a enfrentar una “feroz competencia” doméstica, donde nueve vacunas están aprobadas.

India, en tanto, concedió la aprobación para uso restringido en situaciones de emergencia de una vacuna intranasal de la compañía Bharat Biotech , con sede central en Hyderabad, según tuiteó el martes 6 el ministro de Salud de ese país, Mansukh Mandaviya. Al menos una docena de candidatos a vacunas se están ensayando en el mundo con el objetivo de inducir una inmunidad a nivel de las membranas mucosas de nariz, boca y pulmones que bloqueen el contagio en primer lugar y prevengan la transmisión a otras personas. “Estas aprobaciones validan la necesidad de vacunas mucosas y esa es la dirección hacia la que tenemos que ir globalmente”, suscribió Marty Moore, Ph. D., cofundador de Meissa Vaccines, en California, Estados Unidos, que también está desarrollando una vacuna nasal contra la COVID-19.

Unión Europea autoriza primera prueba que detecta COVID-19 persistente

Una prueba de diagnóstico para COVID-19 persistente, basada en la identificación de patrones característicos de expresión de marcadores inflamatorios a partir de aprendizaje automático e inteligencia artificial, va a empezar a distribuirse este mes después de recibir la certificación de la Unión Europea. Según datos presentados de un estudio de validación, el incellKINE Long COVID In Vitro Diagnostic tiene una precisión de más de 90% para detectar la presencia de secuelas posagudas de la infección con todas las variantes del SARS-CoV-2.

“La COVID-19 persistente presenta un importante desafío de diagnóstico y tratamiento para los pacientes. Muchos de los síntomas asociados pueden fácilmente confundirse con otras afecciones como secuelas de la enfermedad de Lyme, encefalitis miálgica/síndrome de fatiga crónica, fibromialgia o incluso el resfriado común. Tener una herramienta efectiva, y lo que es más importante, objetiva, para diagnosticar la afección es absolutamente esencial”, manifestó el Dr. Bruce Patterson, director ejecutivo de la compañía de diagnóstico IncellDx, con sede en San Carlos, Estados Unidos.

Suplementación con vitamina D no previene la infección

Dos grandes estudios del Reino Unido y Noruega muestran que la suplementación con vitamina D no tiene ningún beneficio, ya sea en dosis bajas, altas o una cucharada diaria aceite de hígado de bacalao, para prevenir la COVID-19 u otras infecciones agudas del tracto respiratorio, independientemente de si las personas presentan deficiencias o no.

Los estudios, publicados en The BMJ, subrayan que “la vacunación sigue siendo la forma más eficaz de proteger a las personas de COVID-19 y los suplementos de vitamina D y aceite de hígado de bacalao no deben ofrecerse a personas sanas con niveles normales de vitamina D”, escribió el Dr. Peter Bergman, del Karolinska Institutet, en Estocolmo, Suecia, en un editorial acompañante. Sin embargo, hay algunos elementos clave que podrían confundir la interpretación de los resultados: gran parte de los participantes fueron vacunados, lo que podría enmascarar cualquier posible beneficio de la vitamina D y el aceite de hígado de bacalao también contiene altas dosis de vitamina A, un inmunomodulador que podría interferir con la vitamina D, reconoció el Dr. Bergman.

Hormonas protectoras en mujeres y en hombres

En las mujeres que se encuentran en el climaterio, la terapia hormonal de la menopausia puede proteger de la infección por el SARS-CoV-2, según un estudio de la Red Latinoamericana de Investigación en Climaterio (REDLINC) realizado sobre 1.238 participantes de diez países de la región y publicado en Maturitas. Entre aquellas usuarias de estrógenos y progestágenos la prevalencia de COVID-19 (13,9%) fue la mitad de la registrada entre las no usuarias (25,7%), aunque el mecanismo concreto no está claro.

En tanto, entre los hombres, bajos niveles de testosterona se asocian con mayor riesgo de hospitalización por COVID-19, aunque la suplementación hormonal parece “contrarrestar esos efectos negativos “, afirmó el Dr. Sandeep Dhindsa, endocrinólogo de Saint Louis University, en St. Louis, Estados Unidos, autor principal de un estudio en JAMA Network Open sobre 723 pacientes masculinos sin vacunar que dieron positivo para SARS-CoV-2 y de los cuales 116 habían sido diagnosticados con hipogonadismo. De todas maneras, los autores alertaron que el eventual beneficio preventivo de la terapia con testosterona es mucho menor al obtenido mediante las vacunas. “No queremos que los pacientes se exciten y se la empiecen a reclamar a sus médicos”, indicó el Dr. Dhindsa.

Secuelas neurológicas: sin hallazgos patológicos en la mayoría de los pacientes

Mecanismos psicológicos más que anomalías objetivables en el sistema nervioso central explican la mayor parte de los síntomas neurológicos o cognitivos de COVID-19 persistente, según investigadores alemanes que estudiaron 171 pacientes que cumplieron con los criterios de consenso de Delphi de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el síndrome pos-COVID-19. La mayoría la integraban mujeres de mediana edad que habían tenido COVID-19 leve a moderada y cuyas principales quejas incluyeron fatiga, dificultad para concentrarse y deterioro de la memoria.

Después de someterse a estudios neurológicos completos que incluyeron exámenes neurovasculares, electrofisiológicos, neuropsicológicos y psicosomáticos, análisis de sangre, resonancias magnéticas, punciones lumbares y pruebas de fatiga, 85,5% de los pacientes no presentó hallazgos patológicos, publicó Neurology and Therapy. Sin embargo, eso no significa que los pacientes imaginen los síntomas, aclaró uno de los autores principales, Dr. Christoph Kleinschnitz, director del Departamento de Neurología del Universitätsmedizin Essen, en Essen, Alemania. Y agregó que valía la pena realizar estudios completos: “Tuvimos algunas sorpresas. En personas que pensaban que sufrían de síndrome pos-COVID-19, terminamos diagnosticando esclerosis múltiple, meningitis o migrañas”.

¿Convivir con COVID-19 o  cero COVID-19? Hay una tercera vía

Durante las primeras olas pandémicas, los enfoques más efectivos fueron los de “supresión” (contención de la circulación viral en niveles bajos), adoptado por países como Dinamarca, Noruega, Japón y Corea del Sur; y los de “eliminación” o “política de cero COVID-19”, una política abrazada por Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Taiwán y, con mayor tenacidad, China. Como contrapartida, y con la mayor disponibilidad de vacunas, Reino Unido lideró la estrategia hoy muy extendida de “convivir con COVID-19”, que eliminó la mayoría de las restricciones y procura mantener un número reducido de hospitalizaciones y fallecimientos.

Pero hay una tercera vía, que no invade las libertades públicas y es probable que reduzca el número de muertes, hospitalizaciones y casos de COVID-19 persistente, propuso en una entrevista con el think tank terra Nova el Dr. Antoine Flahault, Ph. D., director del Institut de Santé Globale de la Université de Genève, en Ginebra, Suiza. Se basa en la observación de que la transmisión viral ocurre sobre todo por aerosoles en lugares cerrados. Y contempla estrategias “proactivas” que combinan la mejora de la calidad del aire interior, recomendaciones para el uso de mascarilla en situaciones identificadas a través de indicadores de salud compartidos, la promoción de pruebas en caso de síntomas, el aislamiento de casos positivos, el mantenimiento de una alta cobertura de vacunación en la población, incluidos los niños y la provisión de tratamientos efectivos para pacientes vulnerables.

“Me sentí muy mal durante dos años. Y todavía no sé las implicaciones en 20 o 30”

En marzo de 2020, pocos días después de atender a una pareja de adultos mayores con síntomas que llegó desde Nueva York, la Dra. Anne Peters, profesora de medicina en la Facultad de Medicina Keck de la University of Southern California (USC), en Los Ángeles, Estados Unidos, comenzó a sentirse muy mal. “Tenía un dolor de garganta terrible, una cefalea horrible, perdí el sentido del gusto y el olfato, que aún no se describía como un síntoma, estaba completamente exhausta, pero no tenía fiebre ni tos”, evocó la autora de la columna Peters on Diabetes de Medscape. Fue solo el comienzo de lo que se convertiría en una lucha de dos años, incluidas la pérdida de sus dos padres por COVID-19 en medio de sus propios problemas de salud.

“La COVID-19 impactó todo mi cuerpo. Perdí mucho peso. No quería comer y mi sistema gastrointestinal no estaba bien. Me tomó un tiempo recuperar el sentido del gusto y el olfato. Tuve niebla cerebral durante unos tres meses, pero no me di cuenta porque me sentía estresada y abrumada por la pandemia y las preocupaciones de mis pacientes. Los peores síntomas, sin embargo, fueron cardiacos. Noté de inmediato que mi frecuencia cardiaca aumentaba muy rápidamente con un esfuerzo mínimo. Y si hacía actividad aeróbica, se acompañaba de disnea y dolor torácico”, recordó la Dra. Peters, quien ahora trata de navegar este mundo con COVID-19 y evaluar los riesgos y beneficios. “Me sentí mal durante dos años. Y todavía no sé las implicaciones a largo plazo, dentro de 20 a 30 años”, añadió.

https://espanol.medscape.com/verarticulo/5909665?src=mkm_ret_220911_mscpmrk-ES_ExcNews&uac=254661CR&impID=4621364&faf=1#vp_4


Créditos: Comité científico Covid

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