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12 diciembre, 2023

Algunas razones para no dudar de la eficacia de la aplicación del refuerzo contra la COVID-19

Aunque muchas personas siguen indecisas sobre recibir la última dosis de refuerzo de la vacuna contra la COVID-19, nueva investigación sugiere un argumento sólido para vacunarse este invierno: reduce drásticamente el riesgo de contraer la enfermedad.

Los investigadores descubrieron que vacunarse conducía a una reducción de 69% en el riesgo de desarrollar COVID-19 persistente entre los adultos que recibieron tres vacunas antes de infectarse. La reducción del riesgo fue de 37% para quienes recibieron dos dosis. Los expertos destacaron que la investigación proporciona un argumento sólido para recibir la vacuna, señalando que alrededor de 10% de las personas infectadas con SARS-CoV-2 continúan con COVID-19 persistente, lo que puede ser debilitante para una cuarta parte de aquellos con síntomas duraderos.

Los datos provienen de una revisión sistemática de la literatura y un metanálisis publicados en octubre en Antimicrobian Stewardship & Epidemiology. Los investigadores examinaron 32 estudios publicados entre diciembre de 2019 y junio de 2023, en los que participaron 775.931 adultos. En el metanálisis se incluyeron 24 estudios que abarcaron 620.221 personas.

“El conjunto de pruebas de todos estos estudios diferentes convergen en una única realidad: los biológicos reducen el riesgo de desarrollar COVID-19 persistente y las personas que se mantienen al día en sus esquemas también obtienen mejores resultados que las que se vacunan una o dos veces y no hacen un seguimiento”, afirmó el Dr. Ziyad Al-Aly, epidemiólogo clínico de la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos.

Los investigadores han informado resultados similares en niños. El equipo de la Iniciativa RECOVER de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos descubrió que las vacunas tienen una eficacia de hasta 42% para prevenir la COVID-19 persistente en la población pediátrica, señaló el Dr. Carlos Oliveira, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas e investigador de la Yale University, en New Haven, Estados Unidos, que contribuyó al estudio, que se encuentra disponible como preimpresión, sin revisión por pares.

Además de proteger contra otros problemas relacionados con la COVID-19, como días escolares perdidos, las vacunas también protegen a la población pediátrica contra el síndrome inflamatorio multisistémico, afección que puede ocurrir después de la infección por SARS-CoV-2. “Incluso si la vacuna no detiene por completo la COVID-19 persistente, sigue siendo bueno que esta población se vacune por todas estas otras razones”, indicó el Dr. Oliveira.

Sin embargo, en Estados Unidos la aceptación de las últimas dosis de refuerzo ha sido lenta. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informaron que a mediados de noviembre, menos de 16% de las personas mayores de 18 años había recibido una vacuna. En el caso de la población pediátrica la cifra se acercaba a 6%. Una encuesta reciente de la Kaiser Family Foundation encontró que las tasas de refuerzo para adultos son similares a las de hace un año.

Los resultados de la encuesta sugieren que la gente ya no está tan preocupada por mantenerse al día con las dosis de refuerzo contra el SARS-CoV-2. Aunque la mutación actual del virus no es tan debilitante como sus predecesoras, la COVID-19 persistente sigue siendo un problema: en enero de 2023, 28% de las personas que habían contraído el virus experimentaron síntomas de COVID-19 persistente. Y aunque los mecanismos aún no se comprenden completamente y los investigadores no se han puesto de acuerdo sobre una definición de COVID-19 persistente, están seguros de algo: para empezar, la mejor manera es evitar infectarse.

La falta de una prueba de diagnóstico para la COVID-19 persistente y el hecho de que los síntomas imitan los de otras enfermedades generan una inconsistencia que puede dificultar la replicación de los estudios. En los artículos revisados para el estudio publicado en Antimicrobian Stewardship & Epidemiology se definió la COVID-19 persistente como una patología en la que los síntomas duran desde más de cuatro semanas hasta más de seis meses. El Dr. Alexandre Marra, autor principal e investigador del Hospital Israelita Albert Einstein, en San Pablo, Brasil, y de la Universidad de Iowa, manifestó que se necesita una definición estándar clara para comprender mejor la prevalencia real y evaluar la eficacia de la vacuna.

El Dr. Al-Aly señaló que hay una explicación lógica para un hallazgo del artículo: el porcentaje de personas que presentaron COVID-19 e informaron que los síntomas de COVID-19 persistente disminuyeron de 19% en junio de 2022 a 11% en enero de 2023.

Debido a que una pandemia es un evento dinámico que produce constantemente diferentes variantes con diversos fenotipos, la prevalencia de la enfermedad naturalmente se verá afectada.[5] “Las personas que se infectaron al principio de la pandemia pueden tener un perfil y un riesgo de COVID-19 persistente diferentes a quienes se infectaron en el segundo o tercer año de la pandemia”, explicó el Dr. Al-Aly.

La mayoría de los estudios informó datos anteriores a la era de la variante ómicron. Solo ocho indicaron datos durante esa época. Ómicron no fue tan letal como las variantes anteriores y en consecuencia, menos pacientes desarrollaron COVID-19 persistente durante ese tiempo.

La Dra. Yeng Chang, de 40 años, médica de familia residente de Sherwood Park, en Alberta, Canadá, desarrolló COVID-19 persistente durante el otoño de 2022 después de contraer el virus en junio. Para entonces ya había sido vacunada tres veces, pero no le sorprende enfermar porque cada fármaco que recibió fue desarrollado antes que ómicron.

“Cuando tuve COVID-19 estuve muy enferma, pero lo suficientemente bien para quedarme en casa. Creo que si no hubiera recibido mis vacunas podría haber sido hospitalizada y no sé qué habría pasado”, relató.

La COVID-19 persistente ha dejado a la Dra. Chang con confusión mental, fatiga y falta de resistencia física, que la obligaron a pausar su práctica médica. Durante el último año y medio ha pasado más tiempo como paciente que como médica.

La especialista recibió su quinta vacuna contra la COVID-19 en otoño y recomienda que otros hagan lo mismo. “El refuerzo que recibiste hace muchos años fue efectivo para el SARS-CoV-2 de esa época, pero ahora hay un nuevo virus. No puedes simplemente decir: ‘Tuve COVID-19 y estaré bien para siempre'”.

 


Fuente: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5911790#vp_1

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