Medical Health Cluster

23 julio, 2024

Esforzarse, fracasar, esforzarse más: atletas olímpicas que se convirtieron en médicas

Tus probabilidades son de 1 entre 562.400, o como ha dicho Bill Mallon, expresidente y cofundador de la Sociedad Internacional de Historiadores Olímpicos (ISOH), las y los aspirantes a atletas tienen 0,00000178% de posibilidades de llegar a las Olimpiadas.

Ahora imagina las probabilidades de llegar a los Juegos Olímpicos y luego convertirte en médico y quizá no te sorprenda que quienes lo han conseguido le atribuyan su éxito en la medicina a la formación que recibieron como atletas olímpicos.

“Enfrentarse a los malos resultados y tener que volver a levantarse e intentarlo de nuevo”, comenta la Dra. Ogonna Nnamani Silva, atleta olímpica reconvertida en médica, “ese proceso reiterativo de intentar obtener la perfección en tu oficio: eso es atletismo básico”.

Esta conexión no es solo anecdótica, se ha debatido en revistas médicas y se ha examinado en encuestas. El consenso es que sí, hay características específicas que desarrollan los deportistas de élite y que las y los médicos, independientemente de su formación deportiva, pueden aprender a aplicar a su trabajo en medicina.[1,2]

Quizá también sea otra cosa: ciertas mentalidades no se preocupan por las probabilidades largas. Buscan crisoles una y otra vez sin preocuparse por el calor que ello implica. Porque el resultado vale la pena.

He aquí cuatro atletas que se convirtieron en médicas de alto rendimiento y cómo lo hicieron.

La gimnasta/la cirujana pediátrica

Dra. Lise Leveille

“La gimnasia me ayudó a desarrollar las habilidades necesarias para mi carrera”, afirma la Dra. Lise Leveille, gimnasta olímpica canadiense, convertida en cirujana ortopédica pediátrica. “Me llevó a tener éxito como estudiante de medicina y, en última instancia, a obtener el trabajo que quiero en el área que quiero trabajando con la gente que quiero”.

Las habilidades que la Dra. Leveille premia incluyen el manejo del tiempo, el trabajo en equipo, la fijación de objetivos y una fuerte ética del trabajo, todo lo cual impulsa a un atleta hasta el momento crucial del “rendimiento”.

“Echo de menos actuar”, reconoce la Dra. Leveille. “Define quién era yo en aquel momento. Extraño ser capaz de trabajar para conseguir algo y demostrarlo cuando era necesario”, como cuando se clasificó para los Juegos de la Commonwealth de 1998 en Kuala Lumpur, a los 16 años.

El equipo nacional canadiense quedó tercero en ese evento, y la Dra. Leveille partió de ese éxito para conseguir en los Juegos Panamericanos la medalla de oro en barra de equilibrio y por equipos, y clasificarse para los Juegos Olímpicos en los Campeonatos del Mundo de 1999. Compitió por equipos y en cinco pruebas individuales en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.

Aunque la Dra. Leveille empezó a practicar gimnasia a los 3 años, sus padres, ambos profesores, le inculcaron la importancia de la educación. La gimnasia le abrió puertas académicas, como la de ser reclutada en Stanford, donde completó su licenciatura en ingeniería biomédica y biología humana en 2004, antes de ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Columbia Británica, Canadá.

La Dra. Lise Leveille compitiendo en los Juegos Panamericanos de 1999

Ahora, a sus 41 años, la Dra. Leveille acepta que nunca volverá a hacer una rutina de gimnasia, pero canaliza ese amor por el aterrizaje en el quirófano del British Columbia Children’s Hospital en Canadá.

“Algunas de las variables desconocidas del quirófano y la forma de afrontarlas es exactamente igual que presentarse a una competición”, afirma la Dra. Leveille. “Cuando tengo uno de esos casos en los que debo actuar bajo presión y todo sale bien, es exactamente como lograr tu rutina cuando más cuenta”.

La saltadora de garrocha/la médica de urgencias

Dra. Leila Ben-Youssef

La saltadora de garrocha tunecina-estadounidense Leila Ben-Youssef tuvo una actuación que podría considerarse decepcionante en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Durante la ceremonia de apertura sufrió un colapso por un fuerte dolor abdominal y tuvo que ser trasladada en camilla. El día de la competición seguía sufriendo. “Apenas podía correr por la pista”, recuerda. “Superé una prueba. Estaba contenta de haber podido hacerlo”.

Cuando la Dra. Ben-Youssef, que creció en Montana, Estados Unidos, regresó a casa, se sometió a una operación de urgencia para extirpar el origen del dolor: un tumor benigno de gran tamaño.

Mientras que algunos podrían sentirse desolados por la mala suerte, la Dra. Ben-Youssef se centra en el éxito de su viaje: el hecho de que se clasificara y compitiera en los Juegos Olímpicos en primer lugar. La capacidad de aceptar los reveses es algo que, según la Dra. Ben-Youssef, forma parte del oficio.

“Como deportista, siempre te enfrentas a una lesión, y alguien me dijo al principio de mi carrera que los mejores deportistas son los que saben manejar sus expectativas, porque es inevitable que ocurra”, afirma. “Así que hay decepción. Pero también reconocimiento, clasifiqué para los Juegos Olímpicos a pesar de estar incómoda y tener problemas, pude cumplir mi objetivo”.

Antes de las Olimpiadas, la Dra. Ben-Youssef había sido aceptada en la Facultad de Medicina de la University of Washington, en la Montana State University, en Bozeman, Estados Unidos. Afortunadamente, la facultad apoyó los sueños olímpicos de la Dra. Ben-Youssef y le permitió empezar sus estudios con un mes de retraso respecto a su promoción. A su regreso de Pekín, pasó el resto de su formación en la facultad de medicina con la cabeza agachada, machacándose.

“La medicina es dura”, afirmó la Dra. Ben-Youssef. “Es agotadora tanto física como emocionalmente, y creo que es similar a cualquier deporte de élite. Te enfrentas a retos y decepciones. Creo que haber pasado por eso como atleta realmente te prepara para el sistema de educación médica, para la residencia e incluso para el trabajo diario”.

La Dra. Ben-Youssef, que ahora trabaja como médica de urgencias en Hawaí, Estados Unidos, cree que los contratiempos que sufrió como atleta le ayudan a conectar con sus pacientes cuando afrontan problemas de salud.

La Dra. Leila Ben-Youssef posa con la garrocha.

Quizá también sea otra cosa: ciertas mentalidades no se preocupan por las probabilidades largas. Buscan crisoles una y otra vez sin preocuparse por el calor que ello implica. Porque el resultado vale la pena.

He aquí cuatro atletas que se convirtieron en médicas de alto rendimiento y cómo lo hicieron.

La gimnasta/la cirujana pediátrica

Dra. Lise Leveille

“La gimnasia me ayudó a desarrollar las habilidades necesarias para mi carrera”, afirma la Dra. Lise Leveille, gimnasta olímpica canadiense, convertida en cirujana ortopédica pediátrica. “Me llevó a tener éxito como estudiante de medicina y, en última instancia, a obtener el trabajo que quiero en el área que quiero trabajando con la gente que quiero”.

Las habilidades que la Dra. Leveille premia incluyen el manejo del tiempo, el trabajo en equipo, la fijación de objetivos y una fuerte ética del trabajo, todo lo cual impulsa a un atleta hasta el momento crucial del “rendimiento”.

“Echo de menos actuar”, reconoce la Dra. Leveille. “Define quién era yo en aquel momento. Extraño ser capaz de trabajar para conseguir algo y demostrarlo cuando era necesario”, como cuando se clasificó para los Juegos de la Commonwealth de 1998 en Kuala Lumpur, a los 16 años.

El equipo nacional canadiense quedó tercero en ese evento, y la Dra. Leveille partió de ese éxito para conseguir en los Juegos Panamericanos la medalla de oro en barra de equilibrio y por equipos, y clasificarse para los Juegos Olímpicos en los Campeonatos del Mundo de 1999. Compitió por equipos y en cinco pruebas individuales en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.

Como entrenadora voluntaria de salto con garrocha en un instituto local, la Dra. Ben-Youssef ha podido rodearse de la energía positiva y alegre de las y los atletas. “La medicina de urgencias suele ser un lugar triste”, afirma. “Pero en un entorno deportivo, si la gente no tiene éxito o se lesiona, sigue existiendo esa energía que se esfuerza por conseguir algo, y es muy divertido estar cerca de ella”.

La remadora/la especialista en medicina deportiva

La Dra. Genevra “Gevvie” Stone, tres veces remadora olímpica estadounidense, quería ser médica incluso antes de pensar en el remo. Estaba en octavo curso cuando se luxó la rodilla por tercera vez. Sus padres la llevaron a un traumatólogo pediátrico y la Dra. Stone, según su madre, declaró: “Eso es lo que quiero hacer cuando sea grande”.

“Soy una persona muy testaruda y, cuando tomo una decisión así, no suelo desviarme de ella”, afirma la Dra. Stone.

Ese enfoque implacable, combinado con un profundo amor tanto por el deporte como por la medicina, le ha servido a la Dra. Stone. “Para ser médica y atleta olímpica no solo hay que dedicar tiempo y energía, sino también pasión”, asevera. “En ambos casos, no vas a tener éxito si no amas lo que haces. Encontrar la recompensa en ello es lo que lo hace alcanzable”.

En realidad, la Dra. Stone se resistió a remar hasta los 16 años porque sus padres eran deportistas olímpicos y se conocieron en el equipo estadounidense. “Era lo suyo y yo no quería que fuera lo mío”, recuerda.

Sin embargo, la Dra. Stone se aficionó fácilmente a este deporte al final de su adolescencia y fue reclutada por la Princeton University, en Nueva Jersey, Estados Unidos. “Había crecido rodeada de deportistas olímpicos y daba por sentado que si te esforzabas lo suficiente y rezabas bien, podías llegar a ser una de las mejores del mundo, sin darme cuenta de lo difícil que era conseguirlo”, explica.

La Dra. Genevra Stone con su medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2016

El equipo de la Dra. Stone ganó el Campeonato de la National Collegiate Athletic Association (NCAA) en 2006 y fue invitada a hacer una prueba para el equipo olímpico de 2008 en el centro de entrenamiento de Estados Unidos, después de que se graduara en la universidad. Pero no lo consiguió.

En lugar de eso, la Dra. Stone ingresó a la Tufts University School of Medicine en Estados Unidos, pensando que su carrera competitiva en el remo había llegado a su fin. Pero su amor por el deporte seguía siendo fuerte y se dio cuenta de que no había terminado.

Tras dos años en la facultad de medicina, la Dra. Stone pidió dos años libres para tener otra oportunidad de entrar al equipo olímpico. El momento era el adecuado. Fue a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, se licenció en medicina en 2014 y se tomó dos años más para entrenar a tiempo completo para los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde ganó la medalla de plata.

En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la Dra. Stone obtuvo el quinto puesto en doble remo. Aunque sigue compitiendo en el circuito máster, se dedica principalmente a completar su beca de medicina deportiva en la University of Utah Health.

Afortunadamente, los padres, entrenadores y profesores de la Dra. Stone siempre apoyaron sus objetivos. “Nadie se dirigió a mí y me dijo que estaba loca, que eligiera medicina o remo”, relata. “Todos me dijeron que si esto era lo que quería hacer, estaban ahí para apoyarme, y no habría podido hacerlo sin ese apoyo”.

La jugadora de voleibol/la cirujana plástica

El camino de la Dra. Ogonna Nnamani Silva, jugadora de voleibol estadounidense, hasta los Juegos Olímpicos también estuvo pavimentado con una extensa lista de apoyos, empezando por sus padres, y ha trasladado ese sentido de la colaboración, la coordinación y el trabajo en equipo a su carrera médica.

La Dra. Ogonna Nnamani Silva compitiendo en los Juegos Olímpicos 2008

Hija de inmigrantes nigerianos que llegaron a Estados Unidos huyendo de la guerra civil, la Dra. Nnamani Silva narra que sus padres abrazaron el “sueño americano”. “Al ver lo que eran capaces de hacer con trabajo duro, dedicación y sacrificio, no tuve más remedio que trabajar duro porque vi su ejemplo. Y ese amor y esa creencia en Estados Unidos eran muy fuertes en mi casa mientras crecía”, afirma.

Primero soñó con ejercer la medicina. La Dra. Nnamani Silva, con asma grave de niña, recordaba haber tenido médicos maravillosos. “Tuve muchas visitas a urgencias y hospitalizaciones”, relata. “Pero los médicos siempre me dieron esperanza y transformaron literalmente mi vida. Pensé que si podía transmitir eso a mis futuros pacientes, sería el mayor honor de mi vida”.

El voleibol dio a la Dra. Nnamani Silva la oportunidad de asistir a Stanford, y se tomó un tiempo libre durante su tercer año para entrenar y competir en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. También jugó con Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, donde el equipo se colgó la medalla de plata. Después, siguió jugando en el extranjero durante varios años.

Dra. Ogonna Nnamani Silva en el quirófano

A los 33 años, y con una hija recién nacida, la Dra. Nnamani Silva retomó su objetivo original de convertirse en médico. Estudió en la University of California San Francisco School of Medicine y actualmente es residente en el Programa de Cirugía Plástica de Harvard. En este logro incluye a su marido, sus padres y sus suegros, de quienes dice que la “salvaron”. “No hay ninguna posibilidad de que hubiera terminado la carrera de Medicina y sobrevivido a la residencia sin ellos”.

La Dra. Ogonna Nnamani Silva con sus dos hijos

Como jugadora de voleibol, la Dra. Nnamani Silva “cree en los equipos de todo corazón”, valorando el intercambio de energía y habilidad que, en su opinión, saca lo mejor de las personas. Como estudiante de medicina, al principio no se daba cuenta de cómo su vida anterior se aplicaría al trabajo en equipo en el quirófano. Pero pronto se hizo evidente.

“En cirugía, cuando aprovechas el talento de todos los que te rodean y creas esa sinergia, es una sensación increíble”, afirma. Y a menudo hay mucho en juego. “Requiere mucha concentración, disciplina, determinación y resiliencia porque vas a ser humillado todo el tiempo”. Algo de lo que los atletas saben un poco.


Fuente: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5912722#vp_1

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