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El uso inadecuado de antibióticos en hospitales estadounidenses aumentó durante la pandemia
Lisboa, PRT. Durante la pandemia, los hospitales de cuidados críticos y agudos con tasas medias y altas de resistencia a los antimicrobianos mostraron aumentos significativos en la prescripción de antibióticos y una mayor duración de la antibioticoterapia entre todos los ingresos hospitalarios, y también en aquellos pacientes con cultivos bacterianos negativos, según un amplio estudio realizado en Estados Unidos.[1]
El análisis realizado en 271 hospitales de Estados Unidos también mostró que las tasas de resistencia a los antimicrobianos fueron significativamente más altas para los patógenos durante el periodo pandémico en comparación con el periodo prepandémico en los pacientes a los que se les realizó la prueba del SARS-CoV-2, y más altas en los pacientes positivos a este.
Más de un tercio de los pacientes positivos para el SARS-CoV-2 a los que se les recetaron antibióticos tuvieron resultado negativo en los cultivos bacterianos.
Los resultados del estudio fueron presentados por Vikas Gupta, Pharm. D., director de Asuntos Médicos de la empresa de tecnología médica Becton, Dickinson and Company, en el European Congress of Clinical Microbiology & Infectious Diseases (ECCMID) de 2022. Dirigió el estudio conjuntamente con Karri Bauer, Pharm. D., de Merck Sharp & Dohme, en Kenilworth, Estados Unidos, y sus colaboradores.
“Hay diferencias en la resistencia a los antimicrobianos que van más allá de los ingresos con COVID-19”, compartió Gupta con Medscape Noticias Médicas. “Hay oportunidades de mejora, especialmente con aquellos pacientes hospitalizados que tuvieron un resultado de cultivo negativo, o en los que no se obtuvo ningún cultivo”.
“Encontramos un mayor porcentaje de ingresos con COVID-19 a los que se les prescribió tratamiento antibacteriano, incluso en aquellos que tenían [pruebas negativas para las bacterias] o no tenían resultado de cultivo”, comentó Gupta. “Nuestros datos también muestran que el porcentaje de ingresos con una duración del tratamiento antibacteriano de más de tres días fue significativamente mayor en los pacientes con COVID-19 pero con negatividad en los cultivos o sin ellos, en comparación con otros grupos evaluados”.
De todos los ingresos en los que se prescribieron antibióticos durante la pandemia, a 57,8% de los pacientes con SARS-CoV-2 positivo se les prescribieron antibióticos, mientras que 88,1% de los ingresos con SARS-CoV-2 positivo tuvieron cultivo bacteriano negativo o no se les efectuó cultivo. En general, antes de la pandemia, se prescribieron antibióticos en 35% de los ingresos.
La duración de la antibioticoterapia en la era prepandémica fue de una media de 3,5 días, en comparación con una media de 3,8 días en general en la pandemia y de 5,7 días en los pacientes que resultaron positivos para el SARS-CoV-2. Asimismo, el porcentaje de pacientes con cultivo bacteriano negativo o sin cultivo que recibieron antibioticoterapia durante más de 72 horas fue de 17,6% en la era prepandémica, en comparación con 19,2% en general en la era pandémica, y 41,1% en los pacientes que resultaron con COVID-19.
Gupta y Bauer querían observar a todos los pacientes ingresados en los hospitales segmentados teniendo en cuenta si la prueba del SARS-CoV-2 era positiva, negativa o no se había analizado, para establecer cuánto se utilizaban los antibióticos y por cuánto tiempo. “En última instancia, queremos optimizar y no abusar de los antibióticos y prescribirlos durante el lapso de tiempo adecuado”, indicó Gupta.
“Hasta la fecha, no ha habido evidencia concluyente sobre el planteamiento de que la pandemia ha llevado a un aumento de las tasas de resistencia a los antimicrobianos, por lo que nos propusimos evaluar el impacto de la pandemia en la resistencia a los antimicrobianos y el uso de antibióticos en los hospitales de Estados Unidos”, explicó.
En el análisis de cohortes multicéntrico y retrospectivo se usó la plataforma de vigilancia de infecciones de la compañía BD (BD HealthSight™ Infection Advisor with MedMined™ Insights) y se llevó a cabo en 271 centros de acceso crítico/cuidados intensivos de Estados Unidos, que representan aproximadamente de 10% a 13% de los ingresos hospitalarios de Estados Unidos. Incluyó a todos los pacientes hospitalizados con más de un día de hospitalización. Se consideró que los pacientes eran positivos para el SARS-CoV-2 por la prueba de reacción en cadena de la polimerasa o la prueba de antígeno, ya sea siete días o menos, antes o dentro de los 14 días del ingreso.
Los pacientes se clasificaron como hospitalizados durante el periodo “prepandémico” (del 1 de julio de 2019 al 29 de febrero de 2020) y el periodo “pandémico” (del 1 de marzo de 2020 al 30 de octubre de 2021) y se estratificaron en función de su resultado de SARS-CoV-2.
Los investigadores incluyeron todos los ingresos hospitalarios con un episodio de resistencia a los antimicrobianos (primer cultivo positivo para determinados patógenos gramnegativos o grampositivos que se notificaron como no susceptibles tras aislarse de sangre, orina, vías respiratorias, sitios intraabdominales, piel/heridas y otras fuentes).
Los investigadores calcularon las tasas de resistencia a los antimicrobianos a nivel de paciente-ingreso y las definieron por cada 100 ingresos. Además, evaluaron las tasas de resistencia a los antimicrobianos en función del inicio en el ámbito extrahospitalario (definida como cultivo obtenido ≤ 2 días a partir del ingreso) o en el hospital (> 2 días a partir del ingreso). Por último, las tasas de resistencia a los antimicrobianos se determinaron teniendo en cuenta si se referían a periodos prepandémicos o pandémicos.
Los hospitales también se clasificaron según sus tasas de resistencia a los antimicrobianos como bajas (< 25%), medias (25% a 75%) y altas (> 75%).
Las tasas globales de resistencia a los antimicrobianos fueron menores en el periodo pandémico que en el periodo prepandémico. Sin embargo, informó Gupta, en el caso de los patógenos de origen hospitalario específicamente, las tasas de resistencia a los antimicrobianos fueron significativamente más altas en general en el periodo pandémico y en su mayoría impulsadas por los ingresos con pruebas de SARS-CoV-2 (ya sean positivas o negativas).
Los hospitales con altas tasas de resistencia a los antimicrobianos también tendieron a tener más ingresos positivos para SARS-CoV-2 (6,1% en los hospitales con alta resistencia a los antimicrobianos frente a 3% en los hospitales con escasa resistencia a los antimicrobianos). Las mayores tasas de prescripción de antibióticos y la mayor duración del uso de antibióticos también se observaron en los hospitales con mayores tasas de resistencia a los antimicrobianos.
De los pacientes con SARS-CoV-2 con cultivo bacteriano negativo/sin cultivo a los que se les prescribieron antibióticos, 36,5% estaban en hospitales con una alta tasa de resistencia a los antimicrobianos. “Aproximadamente a un tercio de los pacientes sin datos de una infección bacteriana en el cultivo se les prescribieron antibióticos en hospitales con una alta tasa de resistencia a los antimicrobianos”, señaló Gupta.
Los investigadores querían averiguar si los hospitales con tasas altas, moderadas o bajas de resistencia a los antimicrobianos eran diferentes con respecto a los patrones de prescripción de antibióticos. Durante el periodo pandémico, descubrieron que los hospitales con tasas altas y medias de resistencia a los antimicrobianos tuvieron aumentos significativos en la prescripción de antibióticos y duraciones más largas. Antes de la pandemia, la tasa global de resistencia a los antimicrobianos en los hospitales era de 0,8 por cada 100 ingresos, mientras que durante la pandemia aumentó a 1,4 por cada 100 ingresos en los hospitales con altas tasas de resistencia a los antimicrobianos y descendió a 0,4 en los hospitales con bajas tasas de resistencia a los antimicrobianos.
Lisboa, PRT. Durante la pandemia, los hospitales de cuidados críticos y agudos con tasas medias y altas de resistencia a los antimicrobianos mostraron aumentos significativos en la prescripción de antibióticos y una mayor duración de la antibioticoterapia entre todos los ingresos hospitalarios, y también en aquellos pacientes con cultivos bacterianos negativos, según un amplio estudio realizado en Estados Unidos.[1]
El análisis realizado en 271 hospitales de Estados Unidos también mostró que las tasas de resistencia a los antimicrobianos fueron significativamente más altas para los patógenos durante el periodo pandémico en comparación con el periodo prepandémico en los pacientes a los que se les realizó la prueba del SARS-CoV-2, y más altas en los pacientes positivos a este.
Más de un tercio de los pacientes positivos para el SARS-CoV-2 a los que se les recetaron antibióticos tuvieron resultado negativo en los cultivos bacterianos.
Los resultados del estudio fueron presentados por Vikas Gupta, Pharm. D., director de Asuntos Médicos de la empresa de tecnología médica Becton, Dickinson and Company, en el European Congress of Clinical Microbiology & Infectious Diseases (ECCMID) de 2022. Dirigió el estudio conjuntamente con Karri Bauer, Pharm. D., de Merck Sharp & Dohme, en Kenilworth, Estados Unidos, y sus colaboradores.
“Hay diferencias en la resistencia a los antimicrobianos que van más allá de los ingresos con COVID-19”, compartió Gupta con Medscape Noticias Médicas. “Hay oportunidades de mejora, especialmente con aquellos pacientes hospitalizados que tuvieron un resultado de cultivo negativo, o en los que no se obtuvo ningún cultivo”.
“Encontramos un mayor porcentaje de ingresos con COVID-19 a los que se les prescribió tratamiento antibacteriano, incluso en aquellos que tenían [pruebas negativas para las bacterias] o no tenían resultado de cultivo”, comentó Gupta. “Nuestros datos también muestran que el porcentaje de ingresos con una duración del tratamiento antibacteriano de más de tres días fue significativamente mayor en los pacientes con COVID-19 pero con negatividad en los cultivos o sin ellos, en comparación con otros grupos evaluados”.
De todos los ingresos en los que se prescribieron antibióticos durante la pandemia, a 57,8% de los pacientes con SARS-CoV-2 positivo se les prescribieron antibióticos, mientras que 88,1% de los ingresos con SARS-CoV-2 positivo tuvieron cultivo bacteriano negativo o no se les efectuó cultivo. En general, antes de la pandemia, se prescribieron antibióticos en 35% de los ingresos.
La duración de la antibioticoterapia en la era prepandémica fue de una media de 3,5 días, en comparación con una media de 3,8 días en general en la pandemia y de 5,7 días en los pacientes que resultaron positivos para el SARS-CoV-2. Asimismo, el porcentaje de pacientes con cultivo bacteriano negativo o sin cultivo que recibieron antibioticoterapia durante más de 72 horas fue de 17,6% en la era prepandémica, en comparación con 19,2% en general en la era pandémica, y 41,1% en los pacientes que resultaron con COVID-19.
Gupta y Bauer querían observar a todos los pacientes ingresados en los hospitales segmentados teniendo en cuenta si la prueba del SARS-CoV-2 era positiva, negativa o no se había analizado, para establecer cuánto se utilizaban los antibióticos y por cuánto tiempo. “En última instancia, queremos optimizar y no abusar de los antibióticos y prescribirlos durante el lapso de tiempo adecuado”, indicó Gupta.
“Hasta la fecha, no ha habido evidencia concluyente sobre el planteamiento de que la pandemia ha llevado a un aumento de las tasas de resistencia a los antimicrobianos, por lo que nos propusimos evaluar el impacto de la pandemia en la resistencia a los antimicrobianos y el uso de antibióticos en los hospitales de Estados Unidos”, explicó.
En el análisis de cohortes multicéntrico y retrospectivo se usó la plataforma de vigilancia de infecciones de la compañía BD (BD HealthSight™ Infection Advisor with MedMined™ Insights) y se llevó a cabo en 271 centros de acceso crítico/cuidados intensivos de Estados Unidos, que representan aproximadamente de 10% a 13% de los ingresos hospitalarios de Estados Unidos. Incluyó a todos los pacientes hospitalizados con más de un día de hospitalización. Se consideró que los pacientes eran positivos para el SARS-CoV-2 por la prueba de reacción en cadena de la polimerasa o la prueba de antígeno, ya sea siete días o menos, antes o dentro de los 14 días del ingreso.
Los pacientes se clasificaron como hospitalizados durante el periodo “prepandémico” (del 1 de julio de 2019 al 29 de febrero de 2020) y el periodo “pandémico” (del 1 de marzo de 2020 al 30 de octubre de 2021) y se estratificaron en función de su resultado de SARS-CoV-2.
Los investigadores incluyeron todos los ingresos hospitalarios con un episodio de resistencia a los antimicrobianos (primer cultivo positivo para determinados patógenos gramnegativos o grampositivos que se notificaron como no susceptibles tras aislarse de sangre, orina, vías respiratorias, sitios intraabdominales, piel/heridas y otras fuentes).
Los investigadores calcularon las tasas de resistencia a los antimicrobianos a nivel de paciente-ingreso y las definieron por cada 100 ingresos. Además, evaluaron las tasas de resistencia a los antimicrobianos en función del inicio en el ámbito extrahospitalario (definida como cultivo obtenido ≤ 2 días a partir del ingreso) o en el hospital (> 2 días a partir del ingreso). Por último, las tasas de resistencia a los antimicrobianos se determinaron teniendo en cuenta si se referían a periodos prepandémicos o pandémicos.
Los hospitales también se clasificaron según sus tasas de resistencia a los antimicrobianos como bajas (< 25%), medias (25% a 75%) y altas (> 75%).
Las tasas globales de resistencia a los antimicrobianos fueron menores en el periodo pandémico que en el periodo prepandémico. Sin embargo, informó Gupta, en el caso de los patógenos de origen hospitalario específicamente, las tasas de resistencia a los antimicrobianos fueron significativamente más altas en general en el periodo pandémico y en su mayoría impulsadas por los ingresos con pruebas de SARS-CoV-2 (ya sean positivas o negativas).
Los hospitales con altas tasas de resistencia a los antimicrobianos también tendieron a tener más ingresos positivos para SARS-CoV-2 (6,1% en los hospitales con alta resistencia a los antimicrobianos frente a 3% en los hospitales con escasa resistencia a los antimicrobianos). Las mayores tasas de prescripción de antibióticos y la mayor duración del uso de antibióticos también se observaron en los hospitales con mayores tasas de resistencia a los antimicrobianos.
De los pacientes con SARS-CoV-2 con cultivo bacteriano negativo/sin cultivo a los que se les prescribieron antibióticos, 36,5% estaban en hospitales con una alta tasa de resistencia a los antimicrobianos. “Aproximadamente a un tercio de los pacientes sin datos de una infección bacteriana en el cultivo se les prescribieron antibióticos en hospitales con una alta tasa de resistencia a los antimicrobianos”, señaló Gupta.
Los investigadores querían averiguar si los hospitales con tasas altas, moderadas o bajas de resistencia a los antimicrobianos eran diferentes con respecto a los patrones de prescripción de antibióticos. Durante el periodo pandémico, descubrieron que los hospitales con tasas altas y medias de resistencia a los antimicrobianos tuvieron aumentos significativos en la prescripción de antibióticos y duraciones más largas. Antes de la pandemia, la tasa global de resistencia a los antimicrobianos en los hospitales era de 0,8 por cada 100 ingresos, mientras que durante la pandemia aumentó a 1,4 por cada 100 ingresos en los hospitales con altas tasas de resistencia a los antimicrobianos y descendió a 0,4 en los hospitales con bajas tasas de resistencia a los antimicrobianos.
Lisboa, PRT. Durante la pandemia, los hospitales de cuidados críticos y agudos con tasas medias y altas de resistencia a los antimicrobianos mostraron aumentos significativos en la prescripción de antibióticos y una mayor duración de la antibioticoterapia entre todos los ingresos hospitalarios, y también en aquellos pacientes con cultivos bacterianos negativos, según un amplio estudio realizado en Estados Unidos.[1]
El análisis realizado en 271 hospitales de Estados Unidos también mostró que las tasas de resistencia a los antimicrobianos fueron significativamente más altas para los patógenos durante el periodo pandémico en comparación con el periodo prepandémico en los pacientes a los que se les realizó la prueba del SARS-CoV-2, y más altas en los pacientes positivos a este.
Más de un tercio de los pacientes positivos para el SARS-CoV-2 a los que se les recetaron antibióticos tuvieron resultado negativo en los cultivos bacterianos.
Los resultados del estudio fueron presentados por Vikas Gupta, Pharm. D., director de Asuntos Médicos de la empresa de tecnología médica Becton, Dickinson and Company, en el European Congress of Clinical Microbiology & Infectious Diseases (ECCMID) de 2022. Dirigió el estudio conjuntamente con Karri Bauer, Pharm. D., de Merck Sharp & Dohme, en Kenilworth, Estados Unidos, y sus colaboradores.
“Hay diferencias en la resistencia a los antimicrobianos que van más allá de los ingresos con COVID-19”, compartió Gupta con Medscape Noticias Médicas. “Hay oportunidades de mejora, especialmente con aquellos pacientes hospitalizados que tuvieron un resultado de cultivo negativo, o en los que no se obtuvo ningún cultivo”.
“Encontramos un mayor porcentaje de ingresos con COVID-19 a los que se les prescribió tratamiento antibacteriano, incluso en aquellos que tenían [pruebas negativas para las bacterias] o no tenían resultado de cultivo”, comentó Gupta. “Nuestros datos también muestran que el porcentaje de ingresos con una duración del tratamiento antibacteriano de más de tres días fue significativamente mayor en los pacientes con COVID-19 pero con negatividad en los cultivos o sin ellos, en comparación con otros grupos evaluados”.
De todos los ingresos en los que se prescribieron antibióticos durante la pandemia, a 57,8% de los pacientes con SARS-CoV-2 positivo se les prescribieron antibióticos, mientras que 88,1% de los ingresos con SARS-CoV-2 positivo tuvieron cultivo bacteriano negativo o no se les efectuó cultivo. En general, antes de la pandemia, se prescribieron antibióticos en 35% de los ingresos.
La duración de la antibioticoterapia en la era prepandémica fue de una media de 3,5 días, en comparación con una media de 3,8 días en general en la pandemia y de 5,7 días en los pacientes que resultaron positivos para el SARS-CoV-2. Asimismo, el porcentaje de pacientes con cultivo bacteriano negativo o sin cultivo que recibieron antibioticoterapia durante más de 72 horas fue de 17,6% en la era prepandémica, en comparación con 19,2% en general en la era pandémica, y 41,1% en los pacientes que resultaron con COVID-19.
Gupta y Bauer querían observar a todos los pacientes ingresados en los hospitales segmentados teniendo en cuenta si la prueba del SARS-CoV-2 era positiva, negativa o no se había analizado, para establecer cuánto se utilizaban los antibióticos y por cuánto tiempo. “En última instancia, queremos optimizar y no abusar de los antibióticos y prescribirlos durante el lapso de tiempo adecuado”, indicó Gupta.
“Hasta la fecha, no ha habido evidencia concluyente sobre el planteamiento de que la pandemia ha llevado a un aumento de las tasas de resistencia a los antimicrobianos, por lo que nos propusimos evaluar el impacto de la pandemia en la resistencia a los antimicrobianos y el uso de antibióticos en los hospitales de Estados Unidos”, explicó.
En el análisis de cohortes multicéntrico y retrospectivo se usó la plataforma de vigilancia de infecciones de la compañía BD (BD HealthSight™ Infection Advisor with MedMined™ Insights) y se llevó a cabo en 271 centros de acceso crítico/cuidados intensivos de Estados Unidos, que representan aproximadamente de 10% a 13% de los ingresos hospitalarios de Estados Unidos. Incluyó a todos los pacientes hospitalizados con más de un día de hospitalización. Se consideró que los pacientes eran positivos para el SARS-CoV-2 por la prueba de reacción en cadena de la polimerasa o la prueba de antígeno, ya sea siete días o menos, antes o dentro de los 14 días del ingreso.
Los pacientes se clasificaron como hospitalizados durante el periodo “prepandémico” (del 1 de julio de 2019 al 29 de febrero de 2020) y el periodo “pandémico” (del 1 de marzo de 2020 al 30 de octubre de 2021) y se estratificaron en función de su resultado de SARS-CoV-2.
Los investigadores incluyeron todos los ingresos hospitalarios con un episodio de resistencia a los antimicrobianos (primer cultivo positivo para determinados patógenos gramnegativos o grampositivos que se notificaron como no susceptibles tras aislarse de sangre, orina, vías respiratorias, sitios intraabdominales, piel/heridas y otras fuentes).
Los investigadores calcularon las tasas de resistencia a los antimicrobianos a nivel de paciente-ingreso y las definieron por cada 100 ingresos. Además, evaluaron las tasas de resistencia a los antimicrobianos en función del inicio en el ámbito extrahospitalario (definida como cultivo obtenido ≤ 2 días a partir del ingreso) o en el hospital (> 2 días a partir del ingreso). Por último, las tasas de resistencia a los antimicrobianos se determinaron teniendo en cuenta si se referían a periodos prepandémicos o pandémicos.
Los hospitales también se clasificaron según sus tasas de resistencia a los antimicrobianos como bajas (< 25%), medias (25% a 75%) y altas (> 75%).
Las tasas globales de resistencia a los antimicrobianos fueron menores en el periodo pandémico que en el periodo prepandémico. Sin embargo, informó Gupta, en el caso de los patógenos de origen hospitalario específicamente, las tasas de resistencia a los antimicrobianos fueron significativamente más altas en general en el periodo pandémico y en su mayoría impulsadas por los ingresos con pruebas de SARS-CoV-2 (ya sean positivas o negativas).
Los hospitales con altas tasas de resistencia a los antimicrobianos también tendieron a tener más ingresos positivos para SARS-CoV-2 (6,1% en los hospitales con alta resistencia a los antimicrobianos frente a 3% en los hospitales con escasa resistencia a los antimicrobianos). Las mayores tasas de prescripción de antibióticos y la mayor duración del uso de antibióticos también se observaron en los hospitales con mayores tasas de resistencia a los antimicrobianos.
De los pacientes con SARS-CoV-2 con cultivo bacteriano negativo/sin cultivo a los que se les prescribieron antibióticos, 36,5% estaban en hospitales con una alta tasa de resistencia a los antimicrobianos. “Aproximadamente a un tercio de los pacientes sin datos de una infección bacteriana en el cultivo se les prescribieron antibióticos en hospitales con una alta tasa de resistencia a los antimicrobianos”, señaló Gupta.
Los investigadores querían averiguar si los hospitales con tasas altas, moderadas o bajas de resistencia a los antimicrobianos eran diferentes con respecto a los patrones de prescripción de antibióticos. Durante el periodo pandémico, descubrieron que los hospitales con tasas altas y medias de resistencia a los antimicrobianos tuvieron aumentos significativos en la prescripción de antibióticos y duraciones más largas. Antes de la pandemia, la tasa global de resistencia a los antimicrobianos en los hospitales era de 0,8 por cada 100 ingresos, mientras que durante la pandemia aumentó a 1,4 por cada 100 ingresos en los hospitales con altas tasas de resistencia a los antimicrobianos y descendió a 0,4 en los hospitales con bajas tasas de resistencia a los antimicrobianos.
Las tasas de ingresos positivos para SARS-CoV-2 fueron mayores en los centros con tasas medias (5,6%) y altas (6,1%) de resistencia a los antimicrobianos que en los que tenían tasas bajas (3%) de resistencia a los antimicrobianos. “Descubrimos que los centros con tasas medias y altas de resistencia a los antimicrobianos tenían más probabilidades de tener ingresos por COVID-19 que los centros con tasas bajas de resistencia a los antimicrobianos”, indicó Gupta. “Parece que la COVID-19 está contribuyendo a la resistencia a los antimicrobianos en los centros”.
Cuando se le pidió un comentario independiente, Jason C. Gallagher, Pharm. D., profesor clínico de la Temple University School of Pharmacy en Filadelfia, Estados Unidos, declaró: “No es sorprendente que haya habido más resistencia a los antimicrobianos en los pacientes con COVID-19 que en los que no la tenían. Aunque los antibióticos no funcionan para la COVID-19, a menudo se prescriben, y el uso de antibióticos es un factor de riesgo importante para la resistencia a los antimicrobianos. Es probable que esto se deba a que los médicos a veces se preocupan por las coinfecciones con bacterias (que son poco frecuentes) y a que los pacientes hospitalizados con COVID-19 grave pueden adquirir otras infecciones mientras reciben tratamiento”.
Programas de vigilancia de uso responsable de antibióticos
Los programas de vigilancia de uso responsable de antibióticos se han visto sometidos a una gran presión durante la pandemia, por lo que los investigadores esperan que sus datos respalden la necesidad de mejorar las prácticas de uso durante las oleadas pandémicas, cuando el control es más difícil.
Gupta explicó que estaban viendo asociaciones interesantes que pueden informar a los programas y equipos de vigilancia de uso responsable de antimicrobianos. “No estamos tratando de implicar causalidad”, subrayó.
Es una práctica común para los equipos de vigilancia evaluar la necesidad de continuar con la antibioticoterapia a los tres días, especialmente en los pacientes cuyo cultivo es negativo o no se obtuvo.
“El tiempo de espera de los antibióticos a los tres días es una práctica recomendada para evaluar la continuación de la antibioticoterapia según el estado del paciente y los resultados del cultivo”, agregó. “Esto es lo que hizo que nuestro estudio fuera único, porque queríamos ver en qué porcentaje de ingresos se prescribían antibióticos más allá de los tres días y compararlo con el periodo prepandémico”.
El moderador de la sesión, el Dr. Evangelos J. Giamarellos-Bourboulis, profesor adjunto de medicina interna y enfermedades infecciosas de la Universidad de Atenas, en Grecia, agradeció a Gupta su “elocuente presentación” y trató de aclarar si los datos “se refieren a un uso empírico de los antimicrobianos o si el uso se produjo en hospitales con altas tasas de resistencia a antimicrobianos, o si el enfoque fue impulsado por el estudio microbiológico”.
Gupta respondió que por eso evaluaron a los pacientes con cultivos negativos y sin cultivos. “Queríamos obtener una medida del uso de antibacterianos también en esta población”, dijo. “Definitivamente, hay un tratamiento empírico y otro definitivo, pero creo que el grupo con cultivo negativo y sin cultivo proporciona un punto de referencia en el que vemos señales y tendencias similares a las de la población general”.
Uno de los asistentes al congreso también dirigió una pregunta a Gupta: “¿Analizaron la población de pacientes? Porque en muchos casos, durante la COVID-19, estos pacientes pueden haber sido más graves que en el periodo prepandémico”.
Gupta respondió: “En nuestro ensayo hemos realizado un análisis en el que hemos ajustado los factores del centro a nivel de paciente y a nivel regional. Definitivamente hay diferencias en las poblaciones de pacientes, pero en general, se trata de pacientes bastante enfermos cuando miramos el nivel de gravedad en general”.
https://espanol.medscape.com/verarticulo/5908982#vp_1
Créditos: Comité científico Covid